Recibí su mensaje un par de horas antes del encuentro programado; ¨Esta lloviendo terrible por acá. Por ahora no lo suspendo pero vayamos viendo . Te parece?, Christian.¨. ¨Acá también está malísimo¨. Le respondí, y al tiro me quedé sin señal. Pasó un rato y la cosa no mejoró, la lluvia seguía y la señal de mi teléfono estaba muerta. A pesar de que no tenía la seguridad de que mi encuentro con Christian Montenegro, el ilustrador que había admirado durante mi años de universidad, seguía en píe, salí de Casa Rosada con 40 minutos de anticipación. Ya tenía unos días en Buenos Aires y todavía no le encontraba la hora pico al Subte, a veces lleno, a veces desierto, No quería llegar tarde.
Entré 15 minutos antes a la librería del Fondo de Cultura Económica, el lugar donde Christian me había citado a las 19. ¨Si no aparece espero a que baje la lluvia y me voy al hostal¨, pensé, y al conectarme al wifi del fondo un mensaje en mi buzón sonó: ¨Voy saliendo, nos vemos. Saludos¨. Hacía unos 40 minutos que lo había escrito, me emocioné, seguro que no tardaba en llegar.
The creation, Christian Montenegro |
Paredes con grafitis de íconos del pop, stickers pegados en las puertas, ventanas, sillas y mesas. Me dio la impresión de que este era un bar que Christian visitaba en sus años de estudiante. Entramos y nos sentamos en la mesa mejor iluminada, el bar estaba vacío. ¨Ché, mucho gusto, que bueno que estás acá¨, me dijo mientras pedimos una jarra de cerveza y unos pochos de maíz.
Alberto Breccia. Fotografías de Luis García.
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De fondo sonaban canciones de Soda Sterio y de los Pixies, y mientras le pegamos un bajón a la cerveza me cuenta de sus inicios como dibujante, cuando teniendo solo 15 años aceptó ir a clases con un amigo de la familia. ¨Recuerdo que cuando entré a su estudio tenía un dibujo de un avión hecho a tinta del comic de Perramus. Usaba un papel de mierda, delgado y brilloso, pero hacía cosas increíbles con él¨. Ignoraba que aquel viejo era Alberto Breccia, el mejor dibujante de Argentina, y alguno de los mejores del mundo. Christian formó parte de la última camada de sus alumnos, un grupo de jóvenes, algunos amateurs y otros más experimentados, que asistían a clases semanalmente a su estudio. Lo describió como un maestro duro pero justo, él era el más joven de sus estudiantes. A su muerte , como se describe en este texto de Beatriz Lavandeira el grupo siguió activo, algunos de ellos hasta ahora. Formando la revista El tripero, donde autores como Didi Grau y Farnk Vega siguen publicando desde hace 20 años.
No. 0 del tripero, con portada de Ablerto Breccia, y No. 20, con portada de Christian Montenegro y contraportada de Daniela Kantor. |
Extracto de Perraums, de Alberto Breccia.
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Alberto Breccia con su última camada de alumnos 1993. Christian Montenegro viste suéter negro con cuello de tortuga. |
Ilustración editorial para McKinsey on Financem, Christian Montenegro.
Christian resaltó la importancia de la creación de proyectos personales, aquellos en los que la libertad creativa es total, y que, en el mejor de los casos, servirán para conseguir encargos remunerados económicamente. Hizo referencia al libro 200 Años de bestias y otras maravillas argentinas. Realizado con textos de (Gabo Perro), ilustraciones de Christian y diseño editorial de Laura Varsky. El biombo 4 gatos, realizado con ilustraciones de Christian, textos de Didi Grau y diseño de Varsky. Dos increíbles ejemplos de proyectos auto-gestados.
Dos jarras de cerveza vacías, la bandeja de pochos con migajas. Salimos del bar después de haber conversado por casi tres horas. Christian me acompañó a mi hostal, nos despedimos con un abrazo en la estación de bus que está frente a él. Al día siguiente recibí un correo de su parte, su número de teléfono junto a unas palabras ¨Hola Héctor: Realmente un gusto conocerte!. Te paso mis tel por cualquier necesidad. Que disfrutes tu estadia¨.
Escribí las impresiones de nuestra charla un par de días después; es de noche y estoy sentando frente al obelisco de buenos aires. Mis manos caladas por el intenso frío no pararán hasta escribir el mínimo detalle del encuentro. A mi lado una pareja pelea, frente a mi un tipo vende recipientes para el mate, ese ambiente tan porteño tiene un algo que no puedo describir.
Gracias amigo si estás leyendo esto.
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