Con retraso mexicano y no precisamente
japonés comenzó la charla que ofrecieron Lic. Akiko Takeuchi, Lic. Kurumi
Wakagi y Mtro. Jumpei Ueda el día de ayer en la escuela de artes de Mexicali,
en la que una vez más gracias a la labor del maestro Teruaki Yamaguchi, se recibe
creadores japoneses que complementan, diría yo, de manera muy positiva a la
formación de los alumnos de la escuela.
Tras unos minutos de retraso y unas fallas
técnicas aparecieron en la sala los tres artistas japoneses. Muy jóvenes,
jovensísimos, diría yo. Los cuales se veían impacientes en comenzar a compartir
sus proyectos y que pudimos conocer gracias a la traducción simultánea que
efectuó el maestro Teruaki.
Jumpei Ueda, el primero al turno y el que a simple vista parecer ser una persona callada, reflexiva, crítica, sorprendió al auditorio con un saludo en español. –Hola, me gusta mucho México, estoy muy feliz de regresar-. Y es que esta es la segunda ocasión en la que el maestro Jumpei visita la escuela, la primera, como explicó Cesar Castro en su presentación: Durmió durante cuatro días en los talleres de cerámica de la escuela; para asegurarse de que las piezas que los maestros habían desarrollado durante su taller no se estropearan.
Sorprende la labor en cerámica del maestro
Jumpei. Una notable serie de teteras, en las que el maestro reflexiona sobre
diferentes temas como el espacio o la sexualidad. Increíbles sus experimentos
al hornear el material a ¨altas temperaturas¨ en el que según se explicó la
cerámica sufre contracciones, las cuales el maestro aprovechó para reproducir
una escultura de su cabeza en una sucesión de volúmenes. Uno más pequeño que el
anterior, los cuales puestos en secuencia parecen desaparecer.
Aikio Takeuchi, la segunda al turno.
Pequeña, menuda, callada, introspectiva. Quizá el trabajo de Akiko me pareció
el más revlexivo, el más inquietante. Durante su breve explicación pudimos
apreciar una serie de dibujos y pinturas de notable color. No pude evitar en
comparar dichas piezas con el trabajo del nacional Chucho Reyes, pintor de
paleta colorida y trazos animados del siglo pasado. Aún y cuando el trabajo de
Akiko me pareció increíble, siento que a la explicación del mismo le hizo falta
un énfasis en sus procesos o su método de trabajo, atribuyo dicha explicación a
su carácter, que como ya lo dije parece ser totalmente introspectivo. Quizá sus
procesos igualmente lo sean.
Kurumi
Wakagi, la tercera y última en hablar. Si Akiko Takeuchi cuenta con una
personalidad seria, me atrevería a decir que Kurumi Wakagi es la cara opuesta
de la moneda. Notable desde su aparición su sonrisa contagiosa. Kurumi tiene un
corte de pelo con el que podríamos imaginar a una chica japonesa promedio, sin
embargo sorprende al ver que en la parte de la nuca lleva pintado un personaje
con una cara de sorpresa, de manera que todo el conjunto, al ser visto desde
atrás da la apariencia de ser otra persona.
A pesar de dos increíbles grabados
realizados mediante la técnica de la ¨placa perdida¨, los cuales fueron
mostrados por la artista al iniciar su charla, me pareció que el trabajo de
Kurumi es fundamentalmente social. La labor que más sorprende es la del ya mencionado
rostro en su nuca, en el que además de utilizarlo como chivo expiatorio en
situaciones en las que hizo algo mal, renta a personas que, tras pagar una suma
de 10 Dlls estadounidenses, son retratados en la nuca de Kurumi cuando viaja, a
su vez ella envía fotografías de dicho retrato en los lugares que visita, ideal
para todos aquellos que no les guste viajar, pero que de alguna manera quieren
conocer, al menos en forma de retrato pintado en la nuca de una artista
japonesa, algún lugar del mundo.
Concluiré con que me pareció muy valioso el
trabajo compartido con los presentes y estoy de acuerdo con el Arq. Benjamín
Olea, el cual también estaba presente y que agradeció a los artistas por lo
compartido con la comunidad estudiantil.
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