Cuando supe de la existencia de
Toledo fue cuando llegó a mi un artículo de una revista dominical hoy extinta.
¨Francisco Toledo, un genio en crisis¨ se leía junto a una fotografía de un
hombre moreno ya entrado en años, tenía camisa blanca y pantalón desgastado de
un color que no recuerdo. Estaba despeinado y llevaba los pies descalzos y
polvorientos, en el derecho apoyaba su planta en una sandalia de cuerdo muy
ruido, o a simple vista ¨muy andado¨, mientras que el izquierdo lo medio
apoyaba en un piso más que polvoriento. ¿Fue realmente así, o es así como a
través de los años recrié en mi cabeza esa primera impresión del maestro
Toledo?. Si bien en ese e tiempo tenía entre 15 y 16 años, y poco sabía lo que
significaba un genio, una crisis, un maestro: mucho fue mi interés al leer
aquel texto. En él me dio la impresión de describir la situación de un
personaje en total relación con su entorno. ¿Pero que había hecho este
personaje de apariencia descuidada?, –Pues voy a dar mis vueltas, voy al mercado-
es una frase que retuve en mi mente y hoy rescato del aquel texto. Y es que
seguramente aquellas sandalias se hicieron viejas de tanto andar por las calles
de Oaxaca, es imposible pensar en Oaxaca sin pensar en el Francisco Toledo.
El día de ayer se dio a conocer la noticia
en la que se confirmaba un gesto admirable del maestro. En un acto de rebeldía
como consecuencia del embargo realizado por parte del fisco estatal al IAGO, el
instituto dedicado a la difusión, preservación, enseñanza, la institución que
hace 26 años marca el paso en la escena cultural de Oaxaca, y la cual donó al
INBA. Libros, fotografías, esculturas, documentos de alto valor histórico y
económico, dos inmuebles increíbles en el centro histórico de Oaxaca para
asegurarse de la preservación de dichos bienes. El pago por todo es de risa, ya
que recibió un total de $1.00 peso mexicano.
Si es cierto eso de que hay que poner la
otra mejilla para que te vuelvan a abofetear, el maestro Toledo lo aplicó como
un campeón. Un ejemplo, una muestra de rebeldía y dignidad que la especie
política de nuestro país nunca tendrá ni el corazón para comprender ni los
huevos para imitar.
Extraigo esta frase de un artículo publicado en la Jornada.
¿Qué gana usted con la cesión del Iago?, inquirieron algunos periodistas a Toledo. Con tono jocoso, dijo: “Un peso, un peso y no es deducible de impuestos. Este peso es efectivo y me lo voy a gastar yo solito, no tengo que pagar impuestos de ese peso”.
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