En 1880 en la calle Santa Teresa 50, ahora Rep. de Guatemala del centro histórico de la Ciudad de México se fundaban los talleres gráficos de Antonio Venegas Arroyo. Por una ventana que daba a la calle un niño miraba con admiración tallar el linóleo a un gran grabador, mientras este se distraía el niño entraba al taller y robaba un puño de rebabas que saltaban de la gubia al piso. Ese niño era José Clemente Orozco, el grabador era José Guadalupe Posada, responsable de una tradición gráfica relevante en la historia de nuestro país. Calaveras, tipografía circense, gráficos victorianos, volantes impresos a una tinta sobre hojas blancas o carmín que se vendían a precios muy baratos en las calles, tiendas y cantinas de la ciudad de México. Legado que hoy retomamos para realizar este trabajo para la rodad del día de muertos en Bici Reforma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario